Última actualización: 10 abril, 2024
La lechuga es un ingrediente muy habitual en nuestra dieta mediterránea. Se considera un salvavidas a la hora de preparar un plato sencillo y rico: nos sirve como plato principal o como acompañamiento de carnes o pescados. Se trata de una hortaliza que contiene muy pocas calorías, sólo 16 por cada 100 gramos, ya que el 95 % de su contenido es agua. Además es rica en fibra y vitaminas antioxidantes como la A, C y E.
A pesar de las infinidades de cualidades que aporta la lechuga a nuestra metabolismo, muchas veces no sabemos utilizarla: no la limpiamos bien, la dejamos en la nevera de cualquier manera y se nos estropea o nos aburrimos de tomarla siempre de la misma forma.
Aquí te dejamos algunos consejos para evitar cometer errores habituales:
Un truco para que la lechuga se conserve fresca durante más tiempo es envolverla en papel absorbente para controlar la humedad y que las hojas de la lechuga no toquen las paredes de la nevera, nos comenta Riera.
Actualmente, existen una infinidad de tipos de hortalizas y verduras que encontramos tanto en supermercados como en tiendas especializadas. Pero siempre acabamos recuriendo al consumo de las mismas: romana o icerberg. Existen más de 100 variedades de lechugas como la maravilla, hoja roble, cogollos, batavia etc que permiten innovar en el mundo de las ensaladas.
Tampoco debemos caer en el típico aliño: vinagre, aceite y sal. A esta vinagreta básica le podemos añadir ingredientes como la mostaza, miel, salsa de soja, hierbas aromáticas, ralladura de limón, frutos secos picados, aguacate… Una vez aliñada la ensalada no la podemos guardar para consumirla otros día porque se se hará mal bien en pocas horas. Por eso si te sobra la mejor opción es tirarla a la basura.
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