Última actualización: 17 abril, 2024
El verano es la estación en la que más se incrementan los casos de toxinfección alimentaria por Salmonella, una de las cuatro causas principales de las enfermedades diarreicas a nivel mundial según la Organización Mundial de la Salud. Los motivos por los que esta bacteria causa estragos en verano son diversos. Entre ellos podemos enumerar:
La clásica tortilla expuesta a temperatura ambiente con una tapadera transparente es un caldo de cultivo de Salmonella si no se cocina con huevos pasteurizados (huevo líquido), especialmente en verano, en que esta temperatura ambiente es la idónea para su crecimiento, tal y como explicamos en el diario 20 minutos.
La Salmonella es una bacteria que, por lo general, vive en los intestinos de los animales (especialmente vacas, aves y roedores) y humanos y se expulsa a través de las heces. Se puede encontrar en alimentos como huevos contaminados, aves, carne de vacuno, leche y zumo sin pasteurizar, queso, frutas y verduras contaminadas, especias y frutos secos. Éstos últimos suelen resultar contaminados por heces de animales durante su cultivo (por agua o suelo contaminados, fertilizantes, o incluso por el aire).
Cuando una persona ingiere alimentos contaminados, puede contraer Salmonelosis. Los síntomas acostumbran a empezar de 8 a 72 horas después de la ingesta, y suelen conllevar náuseas, vómitos, dolor abdominal y muscular, y diarrea, fiebre y escalofríos, entre otros. Estos síntomas pueden durar de 4 a 7 días y no suelen requerir hospitalización. Sin embargo, en casos de diarreas severas puede producirse deshidratación que requiera ingreso hospitalario e incluso producirse complicaciones graves o potencialmente mortales.
Por este motivo las empresas alimentarias, entre ellas pastelerías (la mayor contaminación por Salmonella en Cataluña fue en 2002 en unas cocas de Sant Joan en una pastelería) bares, cafeterías y restaurantes, deben tomar medidas de prevención contra la Salmonella y otras bacterias, como la Listeria y el E. coli, algunas de las cuales se tratan más adelante en este post, y se pueden ampliar en el post sobre contaminación cruzada.
Los colectivos más propensos a complicaciones son aquellos con las defensas más comprometidas contra la bacteria, como los niños pequeños, personas mayores o con discapacidad.
La Salmonella es el nombre de la bacteria, y la enfermedad que causa se llama Salmonelosis.
Cuando pensamos en Salmonella habitualmente lo primero que nos viene a la cabeza son los huevos o el pollo, pero en realidad muchos más alimentos pueden estar contaminados por Salmonella además de que cualquier alimento puede transmitir la bacteria si ha sido objeto de contaminación cruzada (por ejemplo, por haber sido manipulado por una persona con las manos sucias, haber sido cortado con un utensilio contaminado o por haber entrado en contacto con otro alimento que tenía la bacteria).
Algunos de los alimentos de más riesgo son:
¿Cuántas veces habremos oído eso de “no pidas nunca ensaladilla rusa en restaurantes”? Esa mala fama le viene no sólo por la mayonesa, que todos los restaurantes están obligados a usar pasteurizada (cuyo riesgo de Salmonelosis es prácticamente nulo), sino también porque ésta, mezclada con alimentos bajos en ácidos, como el pollo, el jamón o las patatas, es un caldo de cultivo de bacterias. No es, entonces, la mayonesa en ella misma sino la mezcla, la que representa realmente riesgo microbiológico. Por este motivo los restaurantes que ofrecen este producto deben seguir impolutos procesos de manipulación y conservación (preparación, temperatura de conservación, etc.)
La moda de la alimentación vegana y vegetariana ha impulsado la proliferación de establecimientos especializados en zumos y batidos (“smoothies”) naturales (no pasteurizados). A pesar de que las frutas no se consideran alimentos de riesgo en general, sí pueden estar contaminadas por Salmonella a causa de agua de riego contaminada, fertilizantes, etc. en la parte externa. Por este motivo deben ser correctamente lavadas a pesar de ser luego peladas, y en el caso de usarse leche, debe ser siempre pasteurizada. Además, las frutas y la leche deben conservarse siempre a óptima temperatura de refrigeración (7ºC como máximo), y no conservarse después de prepararlos.
Como hemos comentado al principio, en verano las ensaladas son un producto de riesgo de Salmonelosis. Muchas de ellas contienen varios alimentos que pueden estar contaminados por Salmonella, como hortalizas (lechuga, espinaca, tomate, etc.) o frutos secos que han podido ser contaminados por el agua de riego o el suelo, donde puede haber materia fecal humana o animal que puede estar contaminada por esta bacteria, o los fertilizantes, o incluso por el aire. Todo ello sin contar con que pueden ser contaminados al manipularlos o almacenarlos. Si, además, llevan pollo, queso u otros alimentos también propensos a ser contaminados por Salmonella, el riesgo se multiplica.
Algunas pautas a tener en cuenta con la manipulación y almacenaje de este alimento concreto son:
El corte y el troceado de los diferentes ingredientes de la ensalada (lechuga, espinacas, tomate…) comporta que éstos pierdan protecciones naturales y salgan al exterior sus líquidos internos ricos en nutrientes, que son un caldo de cultivo de bacterias. Por eso hay que ser especialmente cuidadoso en evitar la contaminación cruzada y en conservar correctamente este producto.
Para evitar el riesgo de Salmonella en bares y restaurantes, que puede comportar graves problemas de salud a las personas y también problemas económicos y legales a los restauradores, que se pueden enfrentar a graves multas e incluso precinto de sus locales, es imprescindible contar con la formación adecuada de manipulación de alimentos y de implementación de sistemas APPCC.
Por eso es muy aconsejable que cuenten con una asesoría en seguridad alimentaria que les oriente para cumplir con los estándares de higiene que les permitan minimizar los riesgos.