Última actualización: 27 octubre, 2024
Es algo cada vez más común: una empresa empieza a comercializar sus productos alimenticios a pequeña escala (tal vez una variedad de tomates de kilómetro cero de sabor más intenso, o una miel de castaño producida artesanalmente, o un queso de vacas en libertad), y cuando empiezan a tener éxito, se plantea venderlo en la sección de productos locales de un supermercado más grande.
Seguro que esta empresa, si ha logrado llegar hasta ahí, está ya familiarizada con los requisitos básicos de seguridad alimentaria, pero cuando se entrevista con la persona encargada de compras, ésta le hace una pregunta que no se esperaba: “Habéis certificado el producto bajo un estándar reconocido por la GFSI?”. ¿GFSI? ¿Qué es? ¿No es suficiente con tener implantado un plan APPCC y estar al día en manipulación de alimentos?
Quizá quienes lean este artículo han llegado hasta él precisamente por este motivo: no sabían ni que el GFSI existía y no saben por dónde empezar. Lo explicamos.
Normalmente las empresas alimentarias empiezan a oír hablar del GFSI cuando se plantean vender a la gran distribución (Carrefour, Alcampo, Aldi, Lidl…) Hay quien piensa que es un certificado en sí mismo, pero la GFSI es en realidad una iniciativa que, sirve de referencia para esquemas de certificación de seguridad alimentaria. Cuando un operador alimentario acredita que sus prácticas están avaladas por la GFSI, está garantizando a sus clientes que ha implantado los sistemas y basados en la seguridad, calidad y legalidad alimentaria.
La GFSI nació en el año 2000, en el marco del Consumer Goods Forum, una red industrial global. Esta iniciativa pretendía lograr avances en la mejora de los estándares de seguridad alimentaria en todo el mundo. Estamos hablando de un momento en el que todavía estaba muy presente la fiebre de las vacas locas, después de la cual la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) estableció estrictos estándares de trazabilidad para reducir el riesgo de crisis de seguridad alimentaria a gran escala. La GFSI, entre otros objetivos, supera el marco europeo y busca garantizar que los alimentos sean seguros para los consumidores de todo el mundo. Cuando una empresa logra una certificación cuyos estándares establece la GFSI, se considera que cumple directamente con los estándares de esta plataforma internacional.
Ya hemos dicho que la GFSI no certifica empresas ni hace auditorías, de forma que las empresas que requieran que sus prácticas sean reconocidas por esta entidad deben hacerlo mediante normas de certificación que cumplan con sus requisitos.
Los tres estándares más conocidos son:
Nace en 1996 y es el esquema de certificación reconocido por Reino Unido. Los minoristas de este país prefieren este certificado.
Es uno de los esquemas más utilizados en Europa y en el mundo. Es muy completo, ya que provee un marco robusto en materia de seguridad alimentaria, legalidad, calidad, prevención del fraude y defensa alimentaria.
Incluye diferentes estándares pensados para diferentes etapas de la cadena alimentaria, como la seguridad alimentaria del producto, certificación gluten free, materiales de envasado, productos plant-based, minoristas, almacenaje y distribución,
Desarrollado en 2003 por minoristas y empresas alimentarias de Francia y Alemania (Fédération des Entreprises du Commerce et de la Distribution y Handelverband Deutschland) para auditar sus sistemas de gestión de calidad y seguridad alimentaria, es juto con BRCGS uno de los más reconocidos en el mundo, y de los más usados en Europa (y en España). Incorpora esquemas distintos según la operación que se desee certificar en la empresa alimentaria, como el de food, logística, broker (para intermediarios), cash and carry (un tipo de operación concreta en comercio mayorista), envasado.
Se trata de un esquema de certificación basado en las normas ISO, reconocido internacionalmente para la auditoria y certificación de la seguridad alimentaria para organizaciones de la cadena de suministro alimentario.
Los requisitos de auditoría de la FSSC 22000 se basan en la norma existente ISO 22000:2018, los programas de prerrequisitos (PRP) pertinentes, las especificaciones técnicas y los requisitos adicionales de la FSSC.
Desde febrero de 2010, el esquema FSSC 22000 ha sido reconocido por la GFSI (Iniciativa Mundial de Seguridad Alimentaria) y desde marzo de 2021 ha sido avalado como un subámbito del IAF MLA (Acuerdo de Reconocimiento Multilateral del Foro Internacional de Acreditación).
Está centrada en alimentación humana y animal (producción, envasado, comercio mayorista, servicio, almacenamiento, etc.), y tiene como principal ventaja que puede integrarse en otros sistemas de gestión como la ISO 9001 (Gestión de la Calidad) e ISO 14001 (Gestión Medioambiental), agilizando los procesos y reduciendo la duplicación de auditorías. Por eso es ampliamente utilizado en Europa y en ciertas regiones de Asia como China.
Hemos hablado de los sistemas de certificación más utilizados en Europa. Sin embargo, hay otros también originados en Europa, y otros, desarrollados por países como Estados Unidos o Canadá, que probablemente se requerirán a empresas que necesiten comerciar a nivel internacional. Algunos ejemplos de otros programas más allá de IFS, FSC 2000 y BRCGS son:
Aunque como hemos apuntado, dependiendo del esquema elegido, se requieren unos pasos u otros, en general deberemos seguir un itinerario de este tipo para obtener un certificado avalado por la GFSI:
Ya hemos sugerido que uno de los condicionantes más importantes en la elección de un esquema de certificación u otro suele ser la zona de influencia de la entidad que los ha puesto en marcha. De esta forma, hay estándares de gran abasto internacional, incluyendo China y Japón, entre otros, otros que son más usados en Europa y otros en América del Norte y Australia.
Sin embargo, también es importante considerar el tipo de industria donde se desarrolla nuestra actividad, el tipo de producto y sobre todo los requisitos del mercado y los clientes (por ejemplo, puede haber grandes compañías que acepten más fácilmente un estándar u otro), el cumplimiento legislativo y el alcance de nuestra actividad. De esta manera debemos elegir un estándar que no sólo asegure la calidad y la seguridad alimentaria (esto, en principio, lo aseguran todos de acuerdo con la GFSI), sino también nuestros objetivos comerciales y nuestra reputación.
Ya hemos explicado en este post qué es el GFSI y que para cumplir sus estándares hay que certificarse en alguno de los esquemas que reconoce. En SAIA orientamos a empresas que necesitan acreditarse en esos estándares, ayudándolas a decantarse por el más adecuado según su caso y llevando a cabo los procesos necesarios. También nos ocupamos del mantenimiento de la norma, la formación del personal, el asesoramiento legal y la realización de las auditorías internas (esenciales si se quiere mantener un estándar certificable).
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