Última actualización: 29 abril, 2025
Cuando ocurre un apagón eléctrico generalizado (como el que ha afectado a la península ibérica), surge una preocupación inmediata: la seguridad de los alimentos almacenados en la nevera y el congelador. Sin refrigeración, los alimentos perecederos pueden echarse a perder y causar riesgos para la salud. A continuación, presentamos una guía paso a paso, con un tono profesional pero cercano, para saber cómo actuar con tus alimentos tras un corte de luz, tanto en el hogar como en restaurantes u otros establecimientos de alimentación.
En el momento que se va la luz, no abras la puerta de la nevera ni del congelador. Esto es crucial para conservar el frío interno el mayor tiempo posible. Cada vez que abrimos la puerta, perdemos aire frío y la temperatura interna sube rápidamente. Recuerda:
– Un frigorífico cerrado mantiene los alimentos fríos durante unas 4 horas sin electricidad. Si no lo abres, la temperatura se mantendrá por debajo de los 4 °C durante ese tiempo.
– Un congelador lleno puede conservar una temperatura segura aproximadamente 48 horas sin electricidad (unos 2 días). Si el congelador está solo medio lleno, aguantará unas 24 horas.
Consejo: Si anticipas que el corte será prolongado, intenta conseguir hielo (en cubos, bolsas o hielo seco) y colócalo dentro para prolongar el frío. Asimismo, agrupa los alimentos juntos dentro del congelador; al estar en contacto se ayudan a mantener la temperatura baja por más tiempo. Coloca los productos más perecederos (carnes, lácteos, etc.) en la zona más fría del equipo.
Lleva la cuenta del tiempo que el suministro eléctrico ha estado interrumpido. El tiempo es clave para la seguridad alimentaria en estas situaciones.
– Si el apagón fue breve (por ejemplo, 1 o 2 horas), casi todo estará a salvo.
– Si fue largo (por ejemplo, 8 horas o más), habrá que ser muy estricto con qué se puede salvar.
Nota: En días calurosos, los tiempos de seguridad podrían acortarse un poco.
Una vez regresa la luz, no consumas nada de inmediato. Primero, verifica cómo quedaron tus alimentos:
– Si dispones de un termómetro de electrodomésticos (de nevera/congelador), comprueba la temperatura interna en cuanto vuelva la electricidad.
– Si no tienes termómetro, revisa cada alimento o paquete. Tócalos y obsérvalos: si aún contienen trozos de hielo (en el caso de congelados) o están muy fríos al tacto, probablemente estén en buen estado.
Evita usar el olfato o el gusto como método de prueba. No pruebes la comida para “ver si está bien”.
Debes desechar si han estado más de 2 horas por encima de 4 °C:
– Carnes, aves, pescados y mariscos, tanto crudos como cocinados.
– Productos elaborados con huevo crudo o semicrudo: mayonesa casera, tortillas poco hechas, cremas, mousses, natillas caseras.
– Lácteos frescos: leche, nata, crema de leche, quesos frescos.
– Fiambres y embutidos abiertos.
– Sobras cocinadas.
– Ensaladas preparadas.
– Postres con crema o nata.
Se pueden conservar:
– Frutas y verduras enteras (sin cortar).
– Quesos curados y mantequilla.
– Bebidas: zumos pasteurizados, refrescos, agua, cerveza, vinos.
– Condimentos: mermeladas, miel, mantequilla de cacahuete, mostaza, kétchup, encurtidos.
– Pan y repostería seca.
– Alimentos secos: arroz, pasta, cereales, frutos secos, conservas sin abrir.
Nota: Si un alimento estaba abierto, como un zumo natural o una ensalada preparada, debes ser más estricto: si ha estado más de 2 horas fuera de frío, mejor desecharlo.
– Cocina completamente los productos crudos antes de consumirlos.
– Evita recongelar alimentos que se hayan descongelado totalmente.
– Consume los alimentos cuanto antes.
Aunque los alimentos que decidas conservar sigan siendo seguros, su vida útil se verá reducida. Consúmelos lo antes posible y no los almacenes durante muchos días.
Después de resolver la situación:
– Limpia la nevera y el congelador con agua caliente y detergente.
– Desinfecta con una solución de lejía apta para alimentos.
– Aprovecha para organizar los productos y considerar tener reservas de hielo si vives en una zona de riesgo de apagones.
Conclusión
Ante un apagón, la regla de oro es mantener el frío y actuar con precaución. Si mantienes la nevera/congelador cerrados, ganas tiempo valioso. Luego, verifica y descarta sin piedad lo que no sea seguro. Ningún alimento vale una intoxicación: cuando tengas dudas, es más seguro desecharlo. Con estos pasos, podrás minimizar pérdidas y proteger la salud de tu familia o clientes.